miércoles, 11 de mayo de 2011

jueves, 10 de mayo de 2007

Espiritualidad Personal

Bajo todas las consideraciones apocalípticas y fatalistas de este comienzo de siglo, lo único cierto es que el ser humano está enfrentando un difícil cambio sólo evidente para algunos más evolucionados.
Enfermedades tan severas como el sida, han demostrado que hay una interesante porción de nosotros que es inmune, y no sólo inmune a esta enfermedad, sino a las enfermedades sociales, como la necesidad de arraigo a grupos de pertenencia de carácter cohesivo y excluyente, producto de una globalización cada vez más despersonalizante.
Pareciera ser que en la medida que más dura se torna la supervivencia, con más fuerza aparecen personas que emiten una luz propia, como si fueran focos para una sociedad cada vez más apática y oscura.
Lo cierto es que me he topado con un renacimiento de la espiritualidad, pero no como una opción social de asistencia a conglomerados autocomplacientes, sino a una espiritualidad personal y familiar, más cercana a lo que enseñan en el catolicismo que de ninguna otra religión. Como si el dialogo con lo inmanente se retomara desde que fue abandonado por la adoración a los dioses de la tierra.
Creo en el dialogo sin intermediarios, pero hay todo un proceso de limpieza que es necesario para poder escuchar a Dios.